SI TUVIERA...SERIA MÁS FELIZ





Un hombre caminaba hacia la playa en una noche de luna llena, sumido en sus pensamientos

- "Si tuviera un coche nuevo, sería feliz"

Unos pasos más adelante, de nuevo pensó.

- "Si tuviera una casa más grande, sería mucho más feliz"

Siguió andando lentamente.

- "Si tuviera un trabajo mejor, y un mejor sueldo, viviría mejor y, por tanto, sería mucho más feliz de lo que soy ahora"

Continuó su camino y otro pensamiento cruzó su mente.

- "Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz"

En ese instante, bajó su vista y vio en el suelo una bolsita llena de piedras, la tomó en su mano y siguió andando hasta llegar al mar.

Ahí se sentó, frente al mar, y empezó a tirarlas una a una al agua, mientras decía cada vez, "Sería feliz si tuviera..."

Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrecita en la bolsa, la cual guardó.

Al llegar a su casa, se fijó en la piedrecita y se dio cuenta de que era un diamante muy valioso.

¿Podéis imaginar cuantos diamantes arrojó al mar sin detenerse y apreciarlos?

¿A cuántos de nosotros nos pasa lo mismo?

Nos pasamos el tiempo arrojando nuestros preciosos tesoros, por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que no tenemos, sin darle valor a a lo que tenemos cerca nuestro.

Sólo hay que mirar a nuestro alrededor.

Si nos detenemos a observar, nos daremos cuenta de lo afortunados que somos.

La felicidad está muy cerca de nosotros, y muchas veces no somos capaces de verla.

Cada uno de nuestros días es un diamante precioso, valioso e irreemplazable.

Depende de nosotros el aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para nunca más poder recuperarlo.

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